Llegamos con frío y sol a la cascada de Curueño, preciosa, tras deleitarnos viéndola caer, salimos de nuevo a la carretera para continuar la ruta, ascendiendo la montaña que la rodea por la derecha, ya que para continuar tenemos que seguir el curso del arroyo que crea la cascada para alcanzar nuestro objetivo del día: Peña Galicia. Tras dar muchas vueltas encontramos el camino, pero como el arroyo llevaba demasiado agua no podíamos cruzarlo para seguir por el sendero. Así que decidimos seguir subiendo en busca de otro camino mas arriba, sin embargo, como teníamos que volver al mismo sitio, por el mismo camino y el terreno por el que estábamos transitando era difícil, pindio y pedregoso, lo que podía hacer que cuando volviésemos el descenso fuera comprometido, decidimos bajar y buscar una ruta alternativa.
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| Peña Galicia |
Nos dirigimos por la carretera a Nocedo, atravesamos el pueblo e iniciamos la subida a un collado que habíamos visto cuando estábamos intentando la ruta inicial. Siguiendo trochas de animales y sorteando las plantas espinosas que había por doquier llegamos al collado, donde hicimos un alto para hidratarnos y comer unos frutos secos. Vimos que al otro lado había un valle por el que parecía que discurría un arroyo por lo que decidimos bajar para seguir su curso, en la bajada también tuvimos que sortear las plantas espinosas, una vez abajo en la orilla derecha encontramos una pista, a veces seca otras embarrada, la recorrimos y nos dejó en el pueblo de Montuerto, donde estuvimos conversando con un lugareño.
Abandonamos Montuerto por una antigua calzada romana según nos comentaron, nos acercamos hasta las ruinas de una ermita que tiene un cementerio en su interior, retrocedimos un poco y tomamos, en una bifurcación, la pista que nos devolvió a Curueño y desde allí a la cascada donde teníamos el coche y así salvamos nuestra ruta semanal.
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